A petición de algunos participantes, cuelgo aquí mi intervención con la esperanza de que os sea interesante y, quién sabe, quizá nos permita continuar el debate por este blog.
El asesor didáctico de editorial como coordinador
de un espacio compartido de formación docente
Los profesores tienden a formar distintas
comunidades de formación en torno a la o las editoriales que, desde su punto de
vista, les dan una mayor confianza en cuanto a su rigor académico o sienten que les proporcionan una mayor calidad en sus libros y en
sus propuestas didácticas y que estas son llevables a sus clases. A su vez, las editoriales
se apoyan en estas comunidades de formación para recopilar información, tomar
contacto con las diferentes realidades docentes, probar sus materiales y propuestas didácticas, evaluar los resultados de sus esfuerzos, etc. En estas comunidades
de formación docente, creadas en torno a cada una de las editoriales, la figura
del asesor de editorial cumple un papel fundamental de coordinación, ya que es
el responsable de puertas a dentro de informar
de las inquietudes de los profesores y estudiantes y guiar, por tanto, las líneas
editoriales y de puertas a fuera de contactar,
informar, aprender y comprender,
etc.
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Recopilar. El asesor sale de la editorial
y, en los distintos encuentros con profesores, descubre y revisa constantemente
la demanda que tienen los profesores y profesoras en los distintos contextos educativos y de
formación para la elaboración de los próximos manuales y materiales didácticos.
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Reflexiona. Asimismo, tiene la obligación
de estar en un constante proceso de investigación y estar al tanto de las últimas
tendencias en la teoría de la adquisición de lenguas extranjeras. Debe conocer
las últimas investigaciones didácticas y promover su aplicación práctica en los
manuales. Siempre y cuando, claro está, estas tendencias no sean puras modas,
sino que tengan un sustento científico.
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Divulgar. Es la persona encargada de presentar de
forma concreta y casi tangible a los profesores y profesoras de cómo se plasman esas
innovaciones en las secuencias didácticas que se elaboran en los departamentos
de edición, mediante su presencia en presentaciones
editoriales y ferias.
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Facilitar. Debe colaborar con los
profesores y profesoras que quieren arriesgarse e innovar y crear, mediante la presentación,
en cursos de formación y conferencias,
de las pautas para la correcto uso de los libros, teniendo en cuenta las
especificidades de cada contexto educativos.
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Sugerir. Así mismo, en su papel de coordinador
de su comunidad de docentes, debe proponer y debatir didactizaciones personalizadas
mediante las propuestas de talleres de
formación.
Consideremos la figura del asesor como beneficioso para la propia editorial.
Imaginemos una editorial que prescindiera, no ya solo de la figura del asesor,
sino de alguna de su funciones. Si
algo de razón tengo en lo expuesto antes, una editorial:
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Sin la función de recopilación de la
información de las necesidades de los profesores y profesoras, crearía manuales y materiales
didácticos al margen de las exigencias del aula. Impondría a la comunicad docente una línea didáctica con la arrogancia de presumir tener un
conocimiento superior a lo que cada profesor necesita en su aula.
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Sin la reflexión que conlleva la
investigación didáctica, una editorial se quedaría
estancada, repetiría (con los cambios lógicos de imagen) únicamente las
líneas de éxito pretéritas sin adaptarse al presente y, sobre todo, sin prepararse
para el futuro.
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Sin una figura de divulgador y de
promotor, dejaría a la comunidad docente y educativa sin acceso a las líneas de investigación o el acceso a los materiales
didácticos que supuestamente recogen sus necesidades.
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Sin su misión facilitadora, se quedaría
sin la obligación profesional de reciclarse didácticamente y autoformarse, lo
que podría llevar, de nuevo, a quedarse
obsoleta y vivir al margen de la
realidad del aula.
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Sin la necesidad de concurrir a eventos de formación didáctica ELE para sugerirles a laos profesores y profesoras, la editorial se quedaría sin la posibilidad de
acceder al feedback, al conocimiento de las
necesidades de los profesores y, por lo tanto, sin el sustento de su labor
en la innovación editorial.
Pero pensemos también en positivo, en los
beneficios que confiere la asistencia a los eventos en los que los asesores participan
para los profesores en cuanto a su formación didáctica:
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Si los profesores y profesoras conocen los materiales
didácticos que se han elaborado recogiendo las inquietudes y necesidades de un
amplio abanico de docentes, se amplían los límites de su competencia docente, ya que se ven enfrentado a una diversidad de contextos, ámbitos y
situaciones de aprendizaje distintos, con soluciones y propuestas también
variadas.
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Si participan en los talleres que imparten
los asesores de editoriales, acceden no solo a las últimas investigaciones didácticas,
sino que entran en el proceso de reelaboración de la información para convertir
los saberes teóricos en habilidades
prácticas y concretas.
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Esto, claro está, si acuden
a las presentaciones editoriales, que les permitan analizar los libros más allá
del estereotipo o la imagen que una
editorial pueda haber creado de sí misma.
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Si participan en los cursos de las editoriales,
amplían la variedad de técnicas
de enseñanza ya que se ven expuestos a lo que otros profesores en otros contextos realizan
también con éxito.
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Si intervienen en talleres de las
editoriales, pueden mostrar sus puntos
de vista, describir sus inquietudes
y demandar las líneas editoriales
que consideran necesarias para sus realidades de aula.
Como vemos, una figura
esencial en esas comunidades sociales de formación ELE, que se sustentan y tienen su sentido con la interacción cooperativa entre
docentes y asesores.
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